Esta es una complicación muy conocida popularmente y que puede llegar a afectar a cualquier aventurero en ascenso. Aquí, te enseñamos cómo identificarla.
“Cerca de un 25% de las personas que viajan a alturas mayores a 2.500m, desarrollarán lo que se conoce como mal de altura o enfermedad aguda de montaña”, asegura la Escuela de Medicina de la Universidad Católica.
Además, “el mal agudo de montaña o puna, como mucha gente le llama en el norte de nuestro país, es conocido como una enfermedad de montaña que es producida en su origen, por una menor presión atmosférica que tenemos estando en altitud”, explica el guía y profesor de montaña, Ernesto Olivares.
¿Cómo reconocer si tengo mal de altura?
Según la Clínica Las Condes, algunos de los síntomas del mal de altura, en su versión más leve son: dificultad para dormir, mareo, vértigo, fatiga, dolor de cabeza, inapetencia, náuseas, vómitos, dificultad respiratoria y pulso rápido.
“Pero cada individuo responde de forma distinta a la menor cantidad de oxígeno disponible en el aire que respira. Ahí es donde uno puede tener la aparición de distintos tipos de síntomas y una imposibilidad de progresar en el ascenso a una montaña”, dice Ernesto.
Si esto llega a un nivel severo, el mal de altura puede producir cianosis o coloración azulada de piel, rigidez pectoral, expectoración de sangre, disminución de la conciencia, confusión, tos, tez pálida, incapacidad para caminar recto y dificultad respiratoria.

Greg Melville escribió el texto: ¿Cuándo debería preocuparme por el mal de altura?, donde menciona la prevención para el mal de altura en sus diferentes formas.
“La solución es beber mucha agua y aclimatarse. Y la regla general es que no debes escalar más de 457 metros por día. Se sabe que el medicamento Diamox ayuda a las personas a acostumbrarse rápidamente a las grandes altitudes”, explica en Outside.
Por su parte, Ernesto Olivares nos plantea que es importante conocer la sintomatología y el nivel de intensidad de cada caso, ya que esto ayudará a dimensionar qué acciones se deberán tomar.
Una forma fácil de hacerlo, es entender que cada uno de los síntomas citados anteriormente, significa un punto en una escala, explica Ernesto. Si sobrepasas los tres puntos, quiere decir que estás padeciendo mal de altura.
“De esta forma, tienes una herramienta útil que te permitirá saber si es conveniente administrar una aspirina para disminuir el dolor de cabeza, permanecer en el lugar para adaptarse o, si también, la recomendación es descender”, comenta Ernesto.
Ahora, si tienes dudas respecto al dolor de cabeza, deberás tener presente que este no se interrumpe en caso de que tengas mal de altura.
Uno de los imaginarios populares respecto de este mal, es que las hojas de coca ayudarían para tratarlo. La doctora Isidora Varas comentó en el Seminario de Medicina de Montaña el rol que cumple esta planta.
Por su parte, Ernesto Olivares vivió gran parte de su juventud en Bolivia, donde el uso de la hoja y té de coca son un remedio clásico para la puna. Para eso, plantea que el té es la mejor opción ya que ayuda a la regulación de la presión arterial e hidrata.
Según el guía, la preparación física y la genética también son factores importantes para prevenir la puna. Pero además existen otros factores que se pueden manejar con mayor facilidad antes de viajar a la montaña:
“Hay ciertas acciones que uno puede tomar para disminuir el mal agudo de montaña, como el descanso en los días previos, la hidratación y la dieta alimenticia que uno va a tener en la previa”, recomienda Ernesto.
Por último, asegura que la manifestación del mal de altura dependerá de cada una de las personas, sin embargo, siempre hay que evitar el consumo de mucha proteína, alcohol o comida chatarra previamente.
Esto significa que, si comes carne, deberás dejar el asado con las amistades para cuando vuelvas de la montaña y no antes de salir de expedición.
Si eres amante de la montaña y quieres manejarte con seguridad en ella, también te invitamos a leer cómo armar un botiquín de primeros auxilios.
Fotos: Cortesía de Ernesto Olivares.