Son 266 paneles con capacidad de generar un promedio anual de 198 megawatts-hora, lo suficiente para equilibrar el gasto energético de Patagonia hasta el 2025 en el territorio nacional.
El vínculo entre Patagonia y Fundación Punta de Lobos comenzó hace años. En 2017 la Fundación Punta de Lobos, liderada por Ramón Navarro, surfista y embajador de la marca, compró, con el apoyo de Patagonia un terreno clave para protección de la flora, fauna y las icónicas olas de Pichilemu. Desde ese momento la Fundación se convirtió en el principal defensor de la conservación de este lugar tan apreciado por amantes del surf y veraneantes.
Planta solar en Punta de Lobos
El mirador Punta de Lobos cuenta con 2.2 hectáreas y recibe a más de 600 mil visitantes al año, por lo que es una zona que necesita cuidado y atención constantemente para garantizar su conservación. En esto han estado trabajando estrechamente Patagonia y la Fundación.
Esta vez la marca de ropa donó 266 paneles solares para que la Fundación Punta de Lobos pueda administrar y ser autosustentable. Tras la asesoría de la startup de energía solar, Rising Sun, se puso en marcha un modelo híbrido en el que se permite la instalación de los paneles en un terreno de un tercero.
Patrico Mekis, deportista, embajador de la marca, y quien lidera esta iniciativa, destaca: “como dijo Lavoisier: la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Este proyecto es un ejemplo súper especial de transformación de la energía, uno que comienza en la oficina de una marca de ropa y termina con la conservación de un espacio natural para el beneficio de una comunidad costera y el mundo”.
Patagonia está comprometida con la reducción de su huella de carbono y además, con avanzar hacia la transición a las energías limpias, por lo que este proyecto es una muestra más de su objetivo principal: salvar el planeta, contribuyendo con soluciones que involucren y beneficien a distintas comunidades.
Patagonia: de lo privado a lo comunitario
La planta sola trasciende a la electricidad. Según palabras de Patricio Mekis, es un proyecto de “energía circular”. ¿Por qué? Una vez que Patagonia aprobó este modelo híbrido, Fundación Punta de Lobos propuso utilizar parte del terreno destinado a estacionamientos de los visitantes para instalar los 266 paneles que producen 198 MW por hora, pero al poco andar se encontraron con obstáculos en cuanto a la inyección en el sistema interconectado central, así que el modelo amplió su integratividad y sumó a un nuevo actor: el hotel Alaia.
“Todo parecía ir tomando forma fácilmente, lo único que nos preocupaba un poco era lo engorroso que aún es en Chile el proceso de inyección y venta de energía al sistema interconectado. Fue entonces cuando de verdad se nos prendió la ampolleta y le propusimos al hotel Alaia, uno de nuestros primeros partners en la protección de la punta, ser el receptor de la energía que produciríamos”, agrega Mekis.
Un proyecto circular en el que todos los participantes se ven beneficiados, pero quien más gana es el planeta.
“Es muy importante que entendamos que el trabajo debe ser en comunidad, involucrando a todos los actores en la protección de nuestro entorno”, destaca Macarena Sanchez, directora de marketing de Patagonia.
“Esto lo venimos planteando hace años con Ramón Navarro y con la fundación, lograr el reconocimiento de World Surfing Reserve por la ONG internacional Save the Waves. Nuestro trabajo es una simbiosis de lo mejor que se puede hacer desde el mundo privado a lo comunitario, con el compromiso del cuidado del medio ambiente”, agrega.
Además, gracias a este proyecto, la Fundación Punta de Lobos está obteniendo preciados recursos por la administración y venta de energía que van destinados exclusivamente a la conservación, protección y mejoramiento del Mirador Punta de Lobos con el fin de convertirlo en un parque de acceso libre y gratuito.
En resumen, Energizados como tituló Fede Mekis a su columna en Patagonia, “este proyecto busca transformar el consumo eléctrico en un cambio positivo para las personas, el planeta y Punta de Lobos. Esa energía, generada y consumida localmente, se transforma en cuidado, mantención, restauración y educación para beneficio del parque y la comunidad”.
Crédito portada: Oscar Fredes