La educación como clave para preservar y proteger uno de los ecosistemas más amenazados del país: Punta de Lobos.
Más de 600 mil personas al año visitan este lugar en la Región de O’Higgins, hábitat de hermosas especies cactáceas y de olas que atraen a deportistas de Chile y el mundo. El mayor desafío de la organización es encontrar el balance entre la conservación y el uso del espacio.
“Me voy a llevar una patilla”, es una de las frases que más escuchan los guardaparques en los parques nacionales del país. Misma frase que Pato Mekis, deportista outdoor y embajador de Patagonia, confirma haber escuchado en su trabajo de conservación y preservación del Parque Punta de Lobos. “Hay mucha gente que saca especies del parque sin saber el daño que provocan. ¿Qué pasa si cada persona que viene se llevara un “recuerdo” para su casa?”, comenta el también activista ambiental.
Fundación Punta de Lobos nace a fines del 2017 como respuesta a la latente amenaza de constructoras e inmobiliarias de instalar edificios y cabañas en medio de una de las zonas más queridas por los surfistas del planeta.
Pichilemu, y en particular el sector de Punta de Lobos, ha ganado fama internacional como una de las mejores olas del mundo, atrayendo a miles de amantes del surf, veraneantes y amigos del mar y formando una comunidad que se ha unido para preservar este lugar.
Gracias al apoyo de organizaciones, filántropos y una comunidad unida, se logró proteger el espacio a través de la compra de la propiedad más emblemática del sector: el Mirador Punta de Lobos, garantizando así el libre acceso y protección a perpetuidad del área natural. En un terreno de 2.2 hectáreas visitado por más de 600 mil personas al año, la educación ha sido clave para impulsar el cuidado de las especies nativas y del ecosistema.
Este año 2022, el programa de donaciones de Patagonia apoyó a la organización en su proyecto de reforestación de 3 tipos de cactus endémicos de la zona -uno de ellos en peligro de extinción- de la mano de una estrategia educativa que motiva a los turistas a ser parte activa del cuidado del Parque.
“Cuando uno conoce algo, lo empieza a querer y cuando uno quiere algo, lo cuida. Eso llévalo a cualquier ámbito, como el contacto con la naturaleza. Por eso hoy es tan valioso que la gente tenga contacto con la naturaleza. Una de las motivaciones que tenemos en este proyecto de conservación, igual que en muchos lugares, es lo que podemos generar en cuanto a la educación de los turistas”, agrega Pato Mekis.
Desde jornadas educativas, visitas guiadas, sistemas de interpretación con señaléticas, basureros falsos para que cada quien se lleve su basura, hasta la campaña “el Parque es Tuyo”, son algunas de las iniciativas educativas que se están implementando en el Parque Punta de Lobos.
Además, los integrantes del parque trabajaron en una guía del visitante, documento que ayuda a los turistas a entender su relación con el espacio natural que están recorriendo. Esta guía es un insumo que puede ser replicado, incluso, por otros parques naturales del país.
“Es más bien una guía genérica para quien visita la naturaleza: incluye acciones como respetar los senderos, llevarse la basura, ser responsables con las mascotas en espacios naturales, no llevarse la flora y fauna del lugar, informarse. En definitiva, aprender a convivir con la naturaleza”, explica el director del parque.
Pero Parque Punta de Lobos tiene un desafío, el mismo que tienen todas las áreas protegidas del país: la sostenibilidad. Para esto, el deportista señala que no solo debe existir un compromiso comunitario, sino también leyes sólidas de protección y acceso a financiamiento público para asegurar la conservación.
“Este proyecto ha sido 100% iniciativa de privados, pero es importante que las autoridades, colaboradores y la misma comunidad se involucren activamente en el cuidado de espacios como Punta de Lobos. Es urgente proteger nuestra costa, sus accesos libres, sus olas, las cuencas y las comunidades que las habitan. Debemos tener una mirada ecosistémica de nuestra tierra”, concluye el embajador de Patagonia.
Crédito portada: Rodrigo Farías